Por Candela Avgustín
Artistas, bailarines, maestros y directores de salas de ensayo de Quilmes se unieron en un colectivo con el objetivo de visibilizar el arduo momento que la danza está atravesando a causa de la pandemia y el aislamiento obligatorio. Al no poder dictar clases presenciales, se encuentran con problemas económicos que después de meses aún no son atendidos por el municipio.
El sector artístico está en crisis. Desde el 16 de marzo, cuando se decretó la cuarentena optativa, las distintas escuelas, gimnasios y clubes de Quilmes cerraron sus puertas a causa de la pandemia. Después de siete meses, siguen sin retomar la actividad, todavía acomodándose a la virtualidad -si es que es posible- y esperando una respuesta de las autoridades. Regina Brunneto, directora de Mandala Escuela de Danza ubicada en Villa La Florida, nos cuenta las dificultades actuales por la que atraviesa el sector.
La cuestión económica
La pandemia y el consecuente aislamiento obligatorio recae sobre todos pero golpea con más fuerza sobre las escuelas y estudios de barrio, que cuentan con menor cantidad de alumnos, de asistencia recreativa y de niveles socioeconómicos medios y bajos, así como con profesores y empleados que dependen de ese sueldo como único medio de subsistencia.
El pago del alquiler, de las habilitaciones, de los servicios y de los sueldos siguen corriendo con normalidad. Los estudios se ven superados al no poder enfrentar los costos por el mínimo ingreso que están teniendo. Regina comenta que en este momento, las escuelas de Quilmes están trabajando con alrededor del 10 por ciento de alumnado en comparación a la cantidad en condiciones presenciales.
Contrario a otros sectores, no reciben subsidios ni ayudas estatales como el Fondo Desarrollar o el Programa Puntos de Cultura, ambas iniciativas del Ministerio de Cultura de la Nación. “Yo me anoté en todo: en subsidios, en becas, en fondos. No recibí nada, ni siquiera respuesta. Y con todos los que hablé, ninguno recibió nada” comenta Regina. Desde las autoridades, parece no haber respuestas.
Autoconvocatoria y protocolo
Sin poder esperar más, varios artistas de Quilmes se autoconvocaron para diseñar un protocolo y exigir una respuesta a las autoridades municipales y provinciales. Hay varios escritos que circulan en grupos de WhatsApp y distintas plataformas, donde se generan debates. Regina facilitó el que puso a circular ella, en donde se especifica cuales son las medidas a seguir para un retorno progresivo de las presencialidad. Esto incluye reducción de la cantidad de alumnos por clase, delimitación de espacios individuales, organización de horarios y procesos de desinfección constantes.
El protocolo además exige avales para profesionales calificados y adquisición en materiales, significando una gran cantidad de capital económico disponible para invertir que las escuelas no pueden afrontar. Desde alcohol en gel, alfombras sanitizantes, productos para limpieza constante hasta capacitación a empleados y habilitaciones en seguridad de higiene.
Muchas veces, las dificultades se arrastran desde antes de la pandemia: la mayoría de las escuelas en Quilmes no cuentan con una habilitación municipal. Al no estar registradas en listas oficiales, se dificulta aún más que el municipio tome cartas en el asunto y comience el armado de una solución.
La actividad artística en la virtualidad
Al preguntarle por el desarrollo de las clases en la actualidad, Regina menciona la dificultad para adaptarse a los medios virtuales, un mundo desconocido para los artistas que trabajan con el cuerpo y no tanto con la tecnología. La búsqueda de plataformas, el acondicionamiento de actividades y el establecimiento de vínculos con los alumnos fueron transiciones muy complejas de hacer y que recién ahora muchos artistas le están agarrando la mano.
En la misma línea, la virtualidad presenta muchas limitaciones, desde la relación profesor-alumno hasta cuestiones que muchas veces no son posibles de cubrir, como el condicionamiento espacial, el económico y la conectividad.
Las escuelas, espacios artísticos, profesores y bailarines están pasando por un momento muy duro y de a poco se empiezan a sentir las consecuencias de la situación actual: “Ya hubo muchas escuelas de danza que ya cerraron de Zona Sur, con muchos años de trayectoria, que a uno le sorprende porque van desapareciendo”.
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